viernes, 19 de junio de 2015

EL AMERICANO QUE EXPOLIO ESPAÑA

Cortesia de El KIOSCO ROJO...de Ibros

HISTORIA
EL AMERICANO QUE EXPOLIO ESPAÑA

ARTHUR BYNE destrozó monasterios y se los llevó a EEUU piedra a piedra. Desmanteló iglesias, palacios y conventos para vendérselos a magnates. Robó, engañó y sobornó. Pero pasó a la historia como un experto amante del arte español

JOSEFA PAREDES




SAQUEADOR. Llegó a España en 1915 y murió en 1935, en accidente de tráfico. Fue enterrado en Carabanchel.


Cuando William Randolph Hearst buscaba una noticia, llamaba a un fotógrafo y después se inventaba una guerra. Cuando quería llevarse a casa una catedral, el trabajo era mucho más sencillo. Sólo necesitaba a Arthur Byne.

Byne (Filadelfia, 1884) era licenciado en arte y se presentaba como arquitecto. Nunca construyó nada. Pero durante las dos décadas que vivió en España, de 1915 a 1935, desmembró decenas de iglesias, palacios y conventos, que compró ilegalmente y trasladó a Estados Unidos, para que el ciudadano Kane decorase con los despojos sus delirantes mansiones en Florida y California. Colocó sobre la cabeza del magnate de la prensa más de 80 artesonados hispano-musulmanes.Se llevó, piedra a piedra, monasterios enteros. Robó, engañó y sobornó. Y consumó el mayor saqueo conocido del patrimonio arquitectónico español.

Europa sigue embarcada en su eterna guerra con EEUU por los pillajes arqueológicos. En su última ofensiva, el gobierno italiano ha iniciado un proceso contra el museo Getty de Los Angeles, para exigirle que devuelva cuatro piezas que salieron irregularmente del país. Grecia demandará también al museo para recuperar las suyas. España no podrá reclamar ninguna.

Cuando Byne llegó a Madrid con su mujer -Mildred Stapley, cinco años mayor que él- ambos eran miembros de la Hispanic Society de Nueva York y encandilaron a la alta sociedad de la capital.«El era muy alto y guapo, pero se había desviado de la cuestión, y aunque la señora Byne se comportó con la máxima discreción, el asunto trascendió a la servidumbre», contó Julia Sanza, hija del portero y la doncella de la casa. A pesar del desencuentro sexual, el tándem funcionaba. Mientras ella escribía, él especulaba con cientos de piezas sin que nadie lo advirtiera, cada vez que un millonario norteamericano sacaba el talonario.

Hearst no era un coleccionista ni un amante del arte, sino un comprador compulsivo y maniático, que ni lo entendía ni sabía valorarlo. En 1925 decidió que nada quedaría mejor en su palacio de San Simeón (California) que un claustro medieval español.Y Byne encontró en Segovia el Monasterio cisterciense de Sacramenia, que estaba en manos privadas. Por unos miserables, incluso entonces, 40.000 dólares lo compró, lo desmontó y se llevó las piedras a Nueva York en pequeños lotes, haciéndolas pasar por materiales de construcción.

España aprobó en 1926 la primera ley que prohibía la exportación de obras de arte. Pero eso no le detuvo. «Afortunadamente, el dueño del monasterio es una de las figuras preeminentes dentro de la dictadura militar. Forma parte del acuerdo que él allanará todo tipo de críticas de la prensa (y como aún queda un pago de 10.000 dólares, puede estar segura de que lo hará. Pero no es un trabajo fácil. Todo el mundo a lo largo del proceso debe ser acallado con dinero. ( ) Es la única manera de que un asunto de esta envergadura pueda realizarse», escribió a Julia Morgan, la arquitecta de Hearst. Los problemas de Byne no acabaron ahí.«Varias veces el proyecto fue denunciado al Ministerio de Bellas Artes, ( ) Ejercí mi influencia con el ministro y obtuve el permiso para mover las piezas embaladas ».

Los muros de Sacramenia llegaron al puerto de Nueva York empaquetados cuidadosamente en 10.571 cajas. Pero el embalaje era de paja y el Departamento de Agricultura las paralizó por miedo a la fiebre aftosa. Sus cerca de 36.000 piedras fueron embaladas de nuevo y guardadas, durante una cuarentena que duró tres años, en una nave del puerto. En 1931, cuando no quedaba ni una en España, la República declaró el monasterio monumento nacional.

EL MUSEO IMAGINADO

De España salieron en el siglo XX innumerables obras, no todas inventariadas. Varios profesores universitarios catalogan, desde 1996, los cuadros españoles en exilio forzoso. El proyecto se llama Museo Imaginado y de sus virtuales paredes cuelgan lienzos de Goya, Velázquez, Murillo, Ribera, Gris y Picasso, muchos de ellos desparecidos entre 1933 y 1945. Hoy algunos se muestran en el Louvre o la National Gallery. Otros fueron subastados y se les perdió el rastro. «Cuando es un robo claro, según la Unesco se pueden reclamar las piezas, si han pasado menos de 50 años desde su desaparición. Pero lo que sacó Byne de España es imposible de exigir. Se vendió y se pagó, aunque fuera de forma ilegal», asegura José Miguel Merino de Cáceres, profesor de Historia de la Arquitectura.

Las piedras de Sacramenia criaron polvo durante un cuarto de siglo en unos almacenes del Bronx. Cuatro meses después de que Hearst muriera, en 1954, las compraron dos empresarios para volver a montar en Florida el rompecabezas más grande de la historia. Byne, condecorado por Primo de Rivera, murió en un accidente de coche en Ciudad Real, en julio de 1935. «La muerte del Sr.Byne, insigne hispanófilo, constituye una verdadera pérdida para el arte español», terminaba su largo obituario en Abc. Hoy, los restos de Sacramenia son parte de un templo protestante cercano a Miami Beach. Los de Byne descansan bajo otra piedra, en el cementerio inglés de Carabanchel.




EL BOTIN DE BYNE

CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE CUELLAR (SEGOVIA). Fue desmembrado entre 1907 y 1927 con la participación de Byne. Algunas de sus partes se encuentran en la Hispanic Society de Nueva York y otras se utilizaron en la reconstrucción del monasterio de Sacramenia, en Miami.

CASTILLO DE BENAVENTE (ZAMORA) . Byne vendió a Hearst en 1930 parte de su estructura gótica. Actualmente su paradero es desconocido.

MONASTERIO DE OVILA (GUADALAJARA). Hearst lo compró en 1931 con la intención de reconstruirlo en Wyntoon, su residencia de San Francisco. Nunca lo hizo y hoy algunas de sus piedras siguen arrumbadas en el parque del Golden Gate. Existe un proyecto de reconstrucción, paralizado.

REJA DE LA CATEDRAL DE VALLADOLID. Arthur Byne se la vendió a Hearst en 1922. Nunca llegó a usarla. En 1956 se vendió al Metropolitan de Nueva York, que la instaló, después de mutilarla convenientemente para que cupiera. Puede visitarse allí.

CATEDRAL DE SEO DE URGEL (LÉRIDA). Uno de sus arcos de jaspe rojo se encuentra en el Castillo de San Simeón, en California.También la sillería del coro, que Hearst instaló en su comedor.COLECCION DE ARTE DEL CONDE DE LAS ALMENAS. Byne se la llevó a Estados Unidos con la excusa de montar una exposición y después la vendió. Sus artesonados y mobiliario están desperdigados en ese país.

FUENTE: Cronicas  Domingo, 4 de Diciembre de 2005, número 529 el Mundo.es